Tecnología en la educación


El concepto de “tecnología educativa” es muy variable dependiendo del autor que se analice, así como el enfoque educativo en estudio.  Para algunos autores el concepto implica el proceso de incorporar al proceso didáctico en el ambiente general de la tecnología moderna.  El concepto va más allá de algunos falsos procesos tecnológicos, en los que se hace referencia a la simple incorporación de modernos aparatos, los que pueden ser muy sofisticados sin tomar en consideración al resto de elementos propios del sistema educativo.

 

Un análisis histórico de la evolución de la tecnología educativa como disciplina permite afirmar que su objeto ha sido variable y, en ocasiones, confuso. Así, por ejemplo, en los años cincuentas y sesentas su interés estuvo centrado en el estudio de los recursos audiovisuales. En la década de los años setentas y parte de los ochentas su foco de atención se centró en el diseño instructivo. En nuestros días su preocupación parece dirigirse hacia las nuevas tecnologías de la información aplicadas a la enseñanza. Por todo ello, muchos autores afirman que la tecnología educativa, ha carecido de parámetros u orientaciones claras y definidas en su conceptualización y las prácticas de los tecnólogos educativos han sido, en muchas ocasiones, dispares cuando no contradictorias.

 

En estos últimos años, la tecnología educativa ha recibido numerosas críticas desde el ámbito de la teoría curricular. Entre estas destacarían fundamentalmente dos. Por una parte, se afirma que la tecnología educativa es una de las manifestaciones más genuinas en el ámbito de la educación de una racionalidad de corte técnico-científico. Y por otra, que ha sido excesivamente dependiente de teorías afines, pero ajenas a la realidad curricular como son la psicología, la cibernética o la teoría de sistemas, entre otras.

 

La visión de la tecnología educativa no puede caer en el error de circunscribirla a la simple incorporación de objetos o máquinas al proceso educativo.  Una máquina puede ser un elemento tan rudimentario dependiendo del enfoque educativo utilizado, así como un simple cartelón puede cumplir de tal manera los objetivos del proceso en cuanto a efectividad racional y emotiva en el alumno; esto es eficiencia tecnológica.

 

Con el objeto de no generar confusiones que puedan llevar a conceptos equivocados y opuestos, se presentan y analizan a continuación los conceptos de algunos especialistas en el tema.  Para Juan De Pablos Pons citado por García-Vera y Pastor, Catedrático de Tecnología Educativa del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Sevilla, el concepto de tecnología educativa se resume de la siguiente manera:

 

Es evidente que al referirse a la tecnología educativa estamos hablando de un ámbito de trabajo y de investigación incluidos en el campo de la didáctica, considerando a ésta desde una perspectiva moderna, es decir, fundamentalmente como un campo interdisciplinario.

 

Es, por lo tanto, en este marco donde encontramos disciplinas identificadas desde hace tiempo como soporte para el desarrollo de la tecnología educativa, como son la psicología del aprendizaje, la teoría general de sistemas, que formaliza el importante desarrollo de los modelos didácticos, o las teorías de la comunicación con una importancia creciente por sus desarrollos actuales.

 

A éstas debemos añadir otros cuerpos científicos ya integrados en el campo de la Didáctica, como son la Semiología, el Análisis Literario y la Informática entre otros.

 

Hecho este preámbulo, podemos hablar de la tecnología educativa como el ámbito didáctico donde se planifican y se aplican situaciones de enseñanza, es decir, se trabaja sobre el diseño de programas educativos y de medios, y, consecuentemente, se evalúa su utilización didáctica.

 

Como campo de conocimientos, desde mi punto de vista, los desarrollos tecnológicos en educación necesitan de un cuerpo teórico cuyo destinatario es el profesorado. En este los docentes deben encontrar argumentos justificativos para tomar decisiones a la hora de la aplicación de programas y materiales en las aulas.

 

Este sería el reto científico en estos momentos para los investigadores y especialistas dedicados a la tecnología educativa.

 

Finalmente, en el contexto actual de reforma educativa, el hecho de que se potencie la elaboración de proyectos educativos específicos a nivel de centros, áreas temáticas, etc., también el desarrollo de materiales por parte de los profesores, subraya el peso de la aportación de la tecnología educativa en las nuevas propuestas curriculares. Dentro de esto, entiendo que la dimensión evaluadora centrada en la validación de programas y materiales, supone ahora mismo una vertiente de especial interés para la tecnología educativa.  (García-Vera y Pastor, 2002)

 

Para Jaime Sarramona, Catedrático del Área de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, citado por García – Vera y Pastor. Autor que ha sido estudiado en los años noventas en la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica en un curso de Didáctica de la Escuela de Educación con su libro Tecnología Didáctica. Teoría y Práctica de la Programación Escolar, el concepto de tecnología educativa se resume así:

 

Entiendo la tecnología educativa como una concepción del proceso educativo, según la cuál se precisa una planificación previa de carácter sistémico, eso sí, un control de la aplicación y una valoración de los resultados, en función de los objetivos que se pretenden y de la dinámica acontecida.  Esto para mí sería lo esencial de la tecnología educativa.

 

Con ello quiero decir que la tecnología educativa no se vincula, hoy por hoy, con una sola concepción del aprendizaje, como ocurrió antaño, que estaba vinculada exclusivamente al conductismo. Hoy se puede mantener el principio de tecnología educativa, vinculándolo con los principios de control, rigor y optimización.

 

A lo único que se opone frontalmente la tecnología educativa es a la concepción del acto educativo como una improvisación. Hacer de la improvisación una norma, sin excluir por ello la posibilidad de dar respuesta a situaciones imprevistas, de la misma manera que tampoco se excluye la posibilidad de contemplar objetivos educativos no estrictamente conductuales. Eso sí, siempre que se puedan al final emitir valoraciones sobre lo que se ha logrado o no.  (García-Vera y Pastor, 2002)

 

De la lectura de las anteriores definiciones se reafirma que los significados dados a la tecnología educativa son diversos. Estas diferencias se dan tanto con respecto a su objeto de estudio, así como al de las líneas de investigación y campos de aplicación. Respecto a su objeto, hay quienes la entienden como una forma sistemática de diseñar, de-sarrollar y evaluar el proceso total de enseñanza-aprendizaje.

 

Desde otras posiciones, la tecnología educativa es vista como un campo de conocimiento preocupado por estudiar los medios en la enseñanza: qué funciones tienen, cómo se usan, seleccionan u organizan. También existen autores que la consideran una disciplina preocupada por la propia intervención pedagógica y otros, sin embargo, la consideran un campo dentro de la didáctica.

 

En esta variedad de concepciones coexisten significados de tecnología educativa que van, desde quienes la consideran como un campo interdisciplinario; quienes enfatizan el estudio y reflexión sobre los medios orientada por modelos de aprendizaje; o quienes los contemplan y analizan tomando como referente básico las teorías curriculares; o también, hasta quienes consideran que los contenidos de tecnología educativa no deben versar tanto sobre como y cuando utilizar los aparatos y equipos sino al servicio de qué valores e ideas se usan.

 

En segundo lugar, al analizar las intervenciones de estos autores, se explicita y es posible entender muchos de los dilemas y contradicciones que se han suscitado dentro de este campo de estudio. Por ejemplo, respecto a la cuestión de sí Tecnología Educativa es o no una disciplina, podemos escuchar cómo algunos participantes entienden que no lo es. Entre quienes sí la consideran una disciplina científica, existe la problemática de concretar cuál es su campo de estudio que, como hemos comentado anteriormente, para unos es la intervención pedagógica, para otros es el estudio del uso de los medios en la enseñanza.

 

Existe otra polémica que se pone de manifiesto con respecto a la justificación del uso, selección u organización de los recursos y materiales en la enseñanza: ¿qué modelos teóricos se han de adoptar?, sólo los modelos psicológicos que explican el aprendizaje, o también de otras disciplinas, como pueden ser modelos que explican la comunicación o propuestas de proyectos de cultura y socialización, etcétera.

 

En tercer lugar, los conceptos de especialistas interesados en el campo de la tecnología educativa ponen de manifiesto las actuales y futuras líneas de investigación y campos de aplicación de los recursos y materiales tecnológicos. Se ha podido comprobar cómo algunos participantes consideran campos de interés la utilización de los medios en Educación Social, Educación Especial, etc.; o como quienes entienden que una vertiente relevante de la tecnología educativa es la evaluación de programas y materiales.

 

Podemos decir que tecnología educativa es una forma sistemática  de planificar, conducir y evaluar un proceso de aprendizaje, sustentados en las teorías del conocimiento del desarrollo humano, empleando recursos humanos y no humanos para alcanzar un proceso de instrucción y formación efectiva, entre ellos las nuevas tecnologías.

 

Un aspecto importante de citar en relación con tecnología educativa es el desfase entre la escuela y las nuevas tecnologías y, es que generalmente, los alumnos llegan a conocer las posibilidades de estas tecnologías fuera del contexto escolar. Existiendo de nuevo una rivalidad entre los conocimientos adquiridos fuera de la escuela, con medios más llamativos, y los adquiridos en las clases, con instrumentos tradicionales y que, posiblemente, sean menos atractivos y más aburridos.

 

Las nuevas tecnologías aplicables en educación requieren un nuevo tipo de alumno, más preocupado por el proceso que por el producto, preparado para la toma de decisiones y la elección de su aprendizaje. En definitiva, un estudiante preparado para el autoaprendizaje, lo cual abre un desafío a nuestro sistema educativo, preocupado por la adquisición y memorización de información, y la reproducción de esta en función de patrones previamente establecidos. De alguna manera estos nuevos medios reclaman la existencia de una nueva configuración del proceso didáctico y metodológico tradicionalmente usado en nuestros centros educativos, donde el saber no tenga porque recaer en el profesor, y la función del alumno no sea la de mero receptor de informaciones.

 

Ello plantea un cambio en los roles tradicionalmente desempeñados por las personas que intervienen en el proceso de enseñanza, que llevan al docente a alcanzar dimensiones más importantes, como la del diseño de las acciones de aprendizaje para el alumno y tutor del proceso didáctico.  Esta situación nos lleva a plantear que las nuevas  tecnologías aportan un reto al sistema educativo, y es el de pasar de un modelo unidireccional de formación, donde por lo general el conocimiento recae en el profesor o en su sustituto el libro de texto, a modelos más abiertos y flexibles, donde la información situada en grandes bases de datos, puede ser compartida por gran cantidad de alumnos. Además, no es indispensable que el profesor esté presente en el aula, y tenga bajo su responsabilidad un único grupo de alumnos.

 

Las nuevas tecnologías aplicadas en el proceso educativo, tienden a romper el aula como conjunto arquitectónico y cultural estable. El alumno está en capacidad de interactuar con otros compañeros y profesores que no tienen por que estar situados en su mismo contexto arquitectónico.  Experiencias educativas utilizando las nuevas tecnologías han variado los modelos tradicionales de comunicación que se dan en nuestra entorno escolar: profesor-alumno, alumno-profesor, alumno- alumno, medio-alumno; algunas tecnologías propician una nueva posibilidad: alumno- medio-alumno. O dicho en otros términos, la interacción entre los estudiantes de diferentes contextos culturales y físicos se produce gracias a un medio que hace de elemento intermedio, como por ejemplo el correo electrónico.

 

Asimismo, la tecnología puede jugar un papel preponderante en el aprendizaje, lo que se ha justificado, por el número de sentidos que pueden estimular, y su potencialidad en la retención de la información. Diversos estudios, han puesto de manifiesto, como se recuerda lo que solamente se ve, lo que se oye, lo que se ve y oye, y lo que se ve, se oye y se hace. Algunas tecnologías son perfectas para propiciar la construcción del conocimiento y la retención de la información, como los recursos multimedias, que combinan diferentes sistemas simbólicos, y los interactivos, donde el alumno además de recibir la información por diferentes códigos tiene que realizar actividades.